Dios esta en todas partes.
La creencia de que Dios está permanentemente con nosotros en todas partes es un aspecto precioso de la religión cristiana pero identificarlo en todo lo que nos rodea no es del todo fácil.
Por eso se hace necesaria la existencia de un lugar donde su presencia se haga más latente, donde las personas puedan acudir a su encuentro.
Ese lugar se hace posible con la reunión de personas con un mismo fin
“Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo con ellos.” Mateo 18:20
Sin embargo el espacio donde esta reunión tiene lugar se hace un elemento importante puesto que sus características deben ser capaces de crear un atmósfera determinada que debe ser propicia tanto para un encuentro entre personas como un encuentro espiritual que se produce a través de los signos presentes en el lugar.
La clave para poder proyectar un lugar sacro es saber que es lo que va a pasar en el, que es necesario para su correcto funcionamiento, tanto en la ceremonia de la eucaristía como para crear un espacio de encuentro.
El principal objeto de la búsqueda y encuentro es Dios por ello en el espacio sacro los signos que reflejan su presencia tienen gran importancia. Generalmente se concentran en dos espacios muy concretos, en el sagrario y en el ábside donde cobran especial relevancia el ambón, lugar de la palabra; el altar, lugar de eucaristía, y la sede, lugar del sacerdote.
Se debe generar una atmósfera para poder ser conscientes del Misterio. Para ello la luz cobra una importancia vital puesto que además de ser elemento que propicia una determinada situación también es signo de Dios.
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